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Atalanta

Amor Y Psique

$26.300
9788494227684
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"Es una buena ocasión para releer el inquietante cuento perteneciente a `El asno de oro` de Apuleyo, `Una de las primeras apariciones del amor, en el sentido estricto de la palabra` -según Octavio Paz. Y buena ocasión también para leer el espléndido estudio de Antonio Betancor `Apuleyo y la fortuna`, escrito en una prosa viva y eficaz al servicio de una singular inteligencia". Juan Malpartida. ABC "Dice el mexicano López-Pedraza en su obra sobre este mito: Permítaseme apoyarme en el alquimista a quien le preguntaron qué había logrado con su opus y respondió: una dulce herida, un suave mal`. ¿Qué otra cosa podría ocurrir al nutrirse de un dios perfecto y desnudo? No olvidemos que se llamó Voluptuosidad al resultado de la unión. Las contradicciones y anhelos de Occidente en una fábula lírica y hermosa". Luis Antonio de Villena. Babelia. El País La fábula de Amor y Psique es uno de los mitos más bellos y significativos de la Antigüedad clásica, así como uno de los que mayor influencia ha ejercido sobre la literatura y las artes, no sólo durante la época grecolatina sino también a lo largo de la Edad Media y el Renacimiento, e incluso hasta el siglo XVIII. Una buena prueba de que aún no ha decaído es la adaptación que el escritor inglés C. S. Lewis realizó de este mito a mediados del siglo pasado, después de haberla madurado durante toda su vida. La única versión completa que conservamos de esta historia mitológica se halla inserta en medio de la variada trama de relatos que integran la novela de Apuleyo El asno de oro, escrita en Cartago en el siglo II de nuestra era. Trágica y obscena, mística y burlona, esta obra conserva todas las características de la literatura latina imperial, sin olvidar la esencia espiritual alejandrina de la que también es heredera. En su largo y erudito epílogo, Antonio Betancor repasa exhaustivamente todas las facetas que ha suscitado este mito: desde las abstrusas pirotecnias de los mitógrafos y gramáticos de la Antigüedad a las vibrantes visiones neoplatónicas que llegan hasta Ficino; desde las distintas interpretaciones psicológicas junguianas a los estudios literarios más recientes sobre el contexto cultural en que surgió. Asimismo analiza la esquiva personalidad de su autor, hombre de letras y showman que, como señala Edgar Wind, aprendió de Platón que las cosas más profundas se expresan mejor en un tono de ironía. Apuleyo nace en Madauros (Argelia) en torno al año 125 de nuestra era. Su vida coincide con la Segunda Sofística, cuando una serie de autores de origen griego busca restaurar el prestigio de la cultura helénica en las ricas ciudades de la cuenca oriental del Mediterráneo que estaban bajo el dominio romano. Gracias a su holgada posición económica estudiará retórica en Cartago y, más tarde, geometría, poesía y música en Atenas. En Grecia toma contacto con el platonismo y los grandes centros de la sofística griega, como Samos, Pérgamo y Esmirna. En Oea, la moderna Trípoli, se casa con una viuda rica. Posteriormente será acusado de haberla seducido mediante artes mágicas, pero es absuelto del proceso en el año 158 gracias a su brillante oratoria, que se conserva íntegramente en su Apología. Durante la década que siguió a este acontecimiento, Apuleyo logra consagrarse en Cartago por sus dotes como rétor. Muere en torno al año 180. De su obra destacan sus discursos, como la Apología y la Florida, sus tratados filosóficos, como De Deo Socratis, De Platone y De mundo, y esa extraordinaria mezcla indiscriminada de novela picaresca, tratado mistagógico, pornografía y brillante ejercicio estilístico que es su novela Las Metamorfosis, que San Agustín titularía El asno de oro. «Imbuida de la creatividad y la generosidad de su hacedor -el Artesano del Timeo-, el alma (psyche) es, en el mito platónico, un ser inmortal que pierde, en el momento de su encarnación humana, su coordinación con los poderes del universo. Al identificarse con su cuerpo mortal se exilia de su naturaleza originaria, de sí misma y de su innata comunión con todo lo creado, «pierde sus alas», se dice en el Fedro. En El Banquete Platón nos presenta a un Sócrates que, tras una abrumadora confesión de ignorancia en prácticamente todo, se pronuncia acerca de lo único que dice entender: los misterios del amor y del deseo (ta erotika). Diótima, una sacerdotisa, le ha revelado la importancia de Eros, un poderoso daimon que antecede a la razón dictándole secretamente un curso y un objetivo que ella, por sí misma, no puede alcanzar: recuperar el mundo perdido». Extracto del epílogo de Antonio Betancor

Atalanta

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