Antonia y la niña deben partir, también su familia. No solo esa familia, deben partir
varias. ¿Por qué? Pasa algo que no está explícito en el libro, solo es claro que deben irse.
Los niños llevan a sus mascotas; los adultos, lo necesario para navegar, cruzar la selva y
encontrar un nuevo lugar donde vivir. Pero como siempre sucede cuando hay que partir,
migrar o desplazarnos, en el camino algo se gana y algo se pierde. Y eso es precisamente de
lo que va este libro narrado en imágenes por Dipacho; usa su pincel, sus colores, su
narrativa para entregarnos una historia recorrida por muchos pero que pocos conocen en
carne propia. En este libro se entremezclan momentos muy difíciles (como puede ser la pérdida de
Antonia) con momentos muy esperanzadores (como cuando están todos reunidos y sueltan
al pájaro). También observará el lector la diferencia de actitudes que tienen los niños frente
a las de los adultos, más adustos y preocupados. Lo que esta narración nos deja ver es
cómo la infancia se conserva casi intacta, aun en los contextos más adversos.