EL EXAMEN ESCRUPULOSO de las «simpatías y diferencias» de Moby Dick de Bartleby exigiría, creó, una atención que la brevedad de estas páginas no permite. Las «diferencias», desde luego, son evidentes. Ahab, el héroe de la vasta fantasmagoria a la que Melville debe su fama, es un capitán de Nantucket, mutilado por la ballena blanca que ha determinado vengarse; el escenario son todos los mares del mundo Bartleby es un escribiente de Wall street, que sirve en el despacho de un abogado y que se niega, con una suerte de humilde terquedad, a ejecutar trabajo alguno. El estilo de Moby Dick abunda en espléndidos ecos de Carlyle y de Shakespeare; el de Bartleby no es menos gris que el protagonista.