Este ensayo es una vibrante, convincente y divertida reivindicación del escepticismo, entendido como plaza de resistencia contra la imaginación constructivista que ha formateado a gran parte del pensamiento de izquierda. Incluso la de sus grupos más autoflagelantes. Desde una trinchera que convoca por igual a conservadores y liberales, Scruton no solo reparte municiones para la batalla ideológica, también desnuda el pensamiento políticamente correcto, hoy por hoy el gran pretexto para movernos en manadas y renunciar a pensar.