Para el autor, en principio las imágenes, rostros y sensaciones de su pueblo de infancia aparecen difuminadas: caminos llenos de polvo, esteros secos, cerros, violencia, persecuciones, silencios, evasiones. Pero cuando décadas después se anima a abrir la memoria, aparece vívida la escuela, el bullying, la crueldad, la precariedad, los secretos familiares, los improvisados campos de tiro, las noches de los setenta y ochenta, y se pregunta si acaso los recuerdos pueden ser más filosos que cuando se vivieron. Porque, después de todo, el adulto vuelve al pueblo y anota: “No te olvides de que pese a todo ahí fuiste feliz”.
El reconocido periodista Juan Luis Salinas logra un relato estremecedor y lleno de ternura. En El cabrito, el adulto abraza al niño que fue y le pregunta de qué manera puedo convivir con dudas que no sabía formular y que tampoco se atrevía a comprender.