En estos textos circunstanciales Antonio de la Fuente pone su ironía al servicio de su memoria extensa, sus viajes en la órbita de sus lecturas y su particular erudición en la onda de su experiencia callejera. Vamos de Yemen a la Galicia profunda, de la avenida Matta a las rutas del sur de Francia y de ahí caemos nuevamente en el Santiago de los 70. Todo está en movimiento, nada puede ser estrictamente fijado, cada imagen tiene su reflejo y cada hecho su réplica.