Pendenciero, valiente, arrogante, librepensador, científico, matemático. Espadachín de arma tan afilada como su nariz o su lengua, Cyrano de Bergerac ha pasado a la historia gracias a la obra teatral de Edmond Rostand llevada varias veces al cine con enorme éxito. Esa fama legendaria ha ocultado su faceta real como escritor, autor de numerosa correspondencia, entre ella dieciséis cartas de amor que se traducen por primera vez al español en esta edición a cargo del filólogo y periodista David Felipe Arranz. Muchas de ellas las redactó por encargo, para enamorar con su pluma a las amantes de otros, como aquella Roxane a la que amaba en silencio y a la que emocionaba con su retórica, escondido bajo un balcón, para paliar la torpeza de un novio tan apuesto como parco en palabras.