El 2021 coincide con el 35º aniversario del accidente nuclear de Chernóbil y el 10º de Fukushima, un año importante que invita a reflexionar sobre el paso del tiempo en relación a la huella ecológica que produce la radioactividad. Las plantas, al igual que los seres humanos, tienen conciencia y pueden crecer ante la adversidad. Pueden incluso sobrevivir ante una catástrofe nuclear como la de Chernóbil. Los rayogramas de Anaïs Tondeur reunidos en este extraordinario herbario buscan captar el trauma sufrido por los vegetales al haber sido sometidos a una fuerte radiación y documentan la resiliencia de las semillas que han crecido en la «zona de exclusión».
Cada imagen va acompañada de una meditación filosófica de Michael Marder que, a su vez, testimonia cómo nuestra biosfera es un único y grande ser vivo. El desastre nuclear alteró las plantas, los animales, los cuerpos y también la conciencia del hombre.Los Fragmentos de una conciencia explotada de Marder hilan la narración de este herbario que nos invita a repensar la naturaleza y nuestra relación con el medioambiente desde la perspectiva vegetal.