“En un mundo que no dispone del testimonio del humanismo cristológico de Dios, el politeísmo de los dioses racistas y corporativos ocupa la escena.” En este libro, casi en forma de “manifiesto”, Sequeri analiza las idolatrías de la sociedad posmoderna que han inducido su degradación antropológica. La sociedad de consumo y la cultura del espectáculo se erigen sobre cuatro ídolos “mentales”: la eterna juventud, el crecimiento económico y el dinero fácil, ... Ver más
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“En un mundo que no dispone del testimonio del humanismo cristológico de Dios, el politeísmo de los dioses racistas y corporativos ocupa la escena.” En este libro, casi en forma de “manifiesto”, Sequeri analiza las idolatrías de la sociedad posmoderna que han inducido su degradación antropológica. La sociedad de consumo y la cultura del espectáculo se erigen sobre cuatro ídolos “mentales”: la eterna juventud, el crecimiento económico y el dinero fácil, el totalitarismo de la comunicación y la irreligión de la secularización. Estas figuras evocan objetos y hechos que nada tienen en sí de demoníaco o de idolátrico. Y en eso reside la gravedad de la insidia: la idolatría de mayor éxito se afianza gracias a la exaltación de lo que promete ser una realización fácil del deseo colectivo. Sequeri no se limita a criticar estos ídolos, sino que trata de imaginar los movimientos necesarios para contrarrestarlos: “Nosotros, pueblos cristianos de Occidente, hemos merecido las consecuencias de esta recaída en el paganismo. Pero podemos desenmascarar la estupidez de la cultura que pretende representarnos, y abrir mil lugares de liberación […] El ídolo de lo posmoderno no nos representa.”
“En un mundo que no dispone del testimonio del humanismo cristológico de Dios, el politeísmo de los dioses racistas y corporativos ocupa la escena.” En este libro, casi en forma de “manifiesto”, Sequeri analiza las idolatrías de la sociedad posmoderna que han inducido su degradación antropológica. La sociedad de consumo y la cultura del espectáculo se erigen sobre cuatro ídolos “mentales”: la eterna juventud, el crecimiento económico y el dinero fácil, el totalitarismo de la comunicación y la irreligión de la secularización. Estas figuras evocan objetos y hechos que nada tienen en sí de demoníaco o de idolátrico. Y en eso reside la gravedad de la insidia: la idolatría de mayor éxito se afianza gracias a la exaltación de lo que promete ser una realización fácil del deseo colectivo. Sequeri no se limita a criticar estos ídolos, sino que trata de imaginar los movimientos necesarios para contrarrestarlos: “Nosotros, pueblos cristianos de Occidente, hemos merecido las consecuencias de esta recaída en el paganismo. Pero podemos desenmascarar la estupidez de la cultura que pretende representarnos, y abrir mil lugares de liberación […] El ídolo de lo posmoderno no nos representa.”