«La labor que trato de realizar es, por el poder de la palabra escrita, hacer que ustedes oigan, hacer que ustedes sientan, es, ante todo, hacer que ustedes vean. Nada más que eso; y eso lo es todo».
Nos encontramos ante una de las narraciones fundamentales no solo de la literatura del siglo XX, sino de la literatura universal. Resulta complicado añadir o aportar más información en torno a una de las novelas más citadas, controvertidas y apasionantes que ha dado el arte de escribir, y que ha generado, además, una de las obras maestras del cine, en la que Francis Ford Coppola, basándose en esta extraordinaria narración, creó la estructura de Apocalyse Now, ese memorable film donde brilla un Marlon Brando en estado de gracia, en el papel de Kurtz, esa apasionante figura y protagonista central del libro que tiene el lector entre sus manos.
La contundencia de una prosa absorbente y magnética nos traslada a un ambiente hostil, a una selva densa e impenetrable, a una historia desgarradora y profunda, donde se despliega una oscura alegoría sobre la condición humana. Un libro extraordinario, magistral, una novela indispensable, una experiencia –la lectura de esta poderosa ficción– catártica, enigmática, bella e inolvidable.
Joseph Conrad, protagonista de una intensa vida literaria y viajera, nació el 3 de diciembre de 1857 en Berdyczów (actual Ucrania). Su infancia transcurre en Varsovia, en el seno de una familia culta, patriota y aristocrática, empobrecida por las circunstancias políticas de Polonia, ocupada a la sazón por Rusia.
Desde los 17 años, en que se embarca por vez primera, y a lo largo de más de dos décadas, viaja por todo el mundo. Aprendió inglés a los 21 años, lengua en la que se expresó y escribió con excelencia. Obtuvo la nacionalidad británica en 1884. A los 38 años abandona su carrera marítima para dedicarse a la literatura. Los personajes de sus novelas se deslizan por la línea de sombra que preside el destino humano, frontera entre el bien y el mal, entre la honra y el deshonor, y que en palabras del escritor, solo un hombre en «estado de gracia» es capaz de superar.
La locura de Almayer (1895), El negro del Narcissus (1897), Lord Jim (1900), El corazón de las tinieblas (1902), Nostromo (1904), El duelo (1907), La línea de sombra (1917), El rescate (1920) y El pirata (1923) son sus obras más memorables.
Murió en 1924 de un ataque al corazón. En su lápida del cementerio de Canterbury figuran los siguientes versos: «El sueño tras el esfuerzo, tras la tempestad el puerto, el reposo tras la guerra, la muerte tras la vida harto complacen».