Los episodios de adolescencia y temprana adultez que dan forma a esta novela, retratan una sensibilidad: la narradora, situada en un presente dominado por las expectativas y el deber ser, se enfrenta a quiebres emocionales y afectivos, duelos, primeros encuentros sexuales: «El tacto nuevo, que descubre, que pide permiso». La conciencia abrupta de la finitud, las grietas en lo que parecía permanente, la llevan a explorar en lo desconocido, cuestionando sus anteriores estabilidades y certezas.