El Diario de Isabel Espejo es uno de los pocos que existen de mujeres chilenas de fines del siglo XIX, y se une a los de Amalia Errázuriz e Inés Echeverría. Se trata de un texto suelto, sencillo y sin mayores tribulaciones religiosas, donde describe muy bien la sociedad en el puerto de Lebu, fundado hacía menos de veinte años, con casas de madera y una gran cantidad de buscadores de oro, a donde llega acompañando a su marido Manuel Carrera Pinto, nombrado intendente de Arauco por Aníbal Pinto. A sus ojos, parecía un pueblo norteamericano del oeste, según lo que recordaba de las hazañas de su padre en la fiebre del oro de California. Llegan por allá a saludarla los candidatos a diputados y senadores, que buscan votos en la población. Lo mismo le pasa en Santiago; los caciques la visitan y llegan a su casa los políticos, para que los informe de lo que ocurre en Arauco. Este Diario hace repensar la participación de la mujer de elite en ese tiempo.