Como Lázaro vuelto de la tumba (dijo algún crítico), un antropólogo narra la primera etapa del aprendizaje que lo convertirá en hombre de conocimiento bajo la guía de un brujo yaqui. Por diversos medios, don Juan sumerge a su discípulo en una realidad no ordinaria, tan objetiva como la cotidiana pero totalmente distinta, inexplicable para nuestros esquemas de pensamiento, pero no para la sabiduría antigua que el maestro transmite con impecable coherencia lógica y poética. Así, al tiempo que socava la descripción del mundo en que Castaneda ha creído, don Juan propone otra -vasta, maravillosa, terrible- y, con lecciones prácticas, enseña a habitarla desde el nivel más inmediato. Conforme pierde defensas, el aprendiz va experimentando el estado de ser al que lo llevan las enseñanzas, la vida de guerrero, y sucumbe ante el primer enemigo de un hombre de conocimiento: el temor. No fue, sin embargo, una derrota definitiva: Castaneda reanudó su aprendizaje y ha publicado otros dos libros sobre él, considerados, como Las enseñanzas de don Juan, clásicos contemporáneos.