Un viaje no siempre comienza al arrancae el motor: a veces empieza con una mirada, una canción pirateada, un vaso compartido en la penumbra. Espajo retrovisor recorre rutas de selva y de asfalto, entre camiones inflamables y bares húmedos y poco iluminados donde cada encuentro se convierte en chispa y cada noche en frontera. Viajar aquí es arder, transformarse, mutar con el pasaje y sus personajes errantes. Esta bitácora fragmentaria es un espejo quebrado en movimiento: lo que se ve, lo que se imagina, lo que se pierde. Un mapa incendiado de la memoria errante.