En todas las épocas, y en todos los estilos de jardinería, el agua tuvo y sigue teniendo un papel trascendental, pues es el centro en el que transcurre la vida, tanto vegetal como animal, es decir, donde la microflora y la microfauna encuentran su medio de desarrollo. El sólo hecho de observar un estanque con plantas acuáticas y peces en un día de sol permite apreciar el flujo de organismos a su alrededor: alguaciles, caracoles de distintos tamaños y características, arañas de agua, mariposas, diversos pájaros, insectos sobre las flores de nenúfares y lotos, ranas, sapos, renacuajos ... Un jardín de plantas acuáticas representa algo vibrante y muy atractivo, que resume en sí mismo todos los aspectos de la vida, y que puede convertirse en el centro de un espacio verde o en un lugar de reposo.