Tenemos una historia de cinco siglos, que iniciamos en un territorio que estaba ocupado por pueblos originarios de escasa cultura y organización, que al fin aportaron contingentes humanos y muy poco a la cultura y al proceso constitutivo del país. Hubo que someterlos en una dura lucha y transmisión cultural a la fuerza, que después de tanto tiempo ha dado frutos relativos. Los castellanos y luego extranjeros de origen variado y en escaso número, forjaron una sociedad, una economía, una ética y, al fin y al cabo, una historia exitosa, que aspira a un futuro ganado con prudencia y paso seguro. Ese es el sentido de nuestro pasado y presente, aunque hoy día, la imitación de doctrinas oscuras y el desorden colectivo parecieran opacar el futuro. La improvisación, ideas destructivas y caudillajes irresponsables, oscurecen el tiempo que vendrá y no queda más recurso que volver a las enseñanzas de la historia, revivir su sentido y confiar en todo aquello que conformó nuestro Estado y nuestra ética. La clave está en conocer cómo fue nuestra formación.