La historia comienza mostrándonos a Don Casimiro y Doña Carolina, dos gatos preciosos y distinguidos que vivían en una hermosa casa de la colina. Su piel era negra como el carbón, un rasgo que era el orgullo, la diferencia de su estirpe desde hacía muchas generaciones: sus padres, sus abuelos, sus bisabuelos, sus tatarabuelos… todos habían destacadado por el maravilloso color de su piel que con el sol brillaba como el carbón.
Don Casimiro y Doña Carolina no podían ser más felices pues esperaban el nacimiento de sus primeras crías, en las que habían puesto todas sus esperanzas.
Y por fin Doña Carolina trajo al mundo a sus deseados hijitos. Los primeros en nacer fueron cuatro gatitos negros como el carbón.