"Hoy ha muerto una anciana a la que yo quería. A menudo pensaba: ”Le debo tanto.“ O: ”Sin ella, probablemente ya no estaría aquí.“ Pensaba: ”Es tan importante para mí.“ Importar, deber. ¿Es así como se mide la gratitud? En realidad, ¿fui suficientemente agradecida? ¿Le mostre mi agradecimiento como se merecía? ¿Estuve a su lado cuando me necesitó, le hice compañía, fui constante?", reflexiona Marie, una de las narradoras de este libro. Su voz se alterna con la de Jerôme, que trabaja en un geriátrico y nos cuenta: "Soy logopeda. Trabajo con las palabras y con el silencio. Con lo que no se dice. Trabajo con la vergüenza, con los secretos, con los remordimientos. Trabajo con la ausencia, con los recuerdos que ya no están y con los que resurgen tras un nombre, una imagen, un perfume. Trabajo con el dolor de ayer y con el de hoy. Con las confidencias. Y con el miedo a morir. Forma parte de mi oficio."
A ambos personajes –Marie y Jerôme– los une su relación con Michka Seld, una anciana cuyos últimos meses de vida nos relatan estas dos voces cruzadas