En la cumbre de su fama como pianista, Z. se dirige en tren a Florencia invitado por el gobierno italiano para dar un concierto. Poco antes de cruzar la frontera se siente indispuesto y, tras su actuación, debe ser ingresado en un hospital florentino aquejado de una rara enfermedad vírica.
Allí, mientras se debate entre la vida y la muerte, tendrá lugar un diálogo intenso y decisivo con el médico que lo atiende, una indagación sin concesiones sobre el precario equilibrio entre el poder curativo de la ciencia y el espíritu de lucha del paciente.
Una noche, presa del delirio causado por la morfina, Z. oye una voz femenina que le susurra: «No quiero que mueras», cuatro palabras que ejercerán de revulsivo y lo llevarán a replantearse aspectos fundamentales de su vida. Así, ante el ineludible encuentro con el dolor y la enfermedad, a Z. solo le queda bucear en los límites de su ser y de sus fantasmas personales.