A menudo escuchamos en nuestra librería a adultos buscando libros que enseñen a los niños a manejar sus emociones, convivir con otros y, en general, ofrecerles alguna lección. Pero, ¿es ese realmente el rol de la literatura infantil? ¿Debe siempre ofrecer una moraleja o enseñanza?
Aunque es cierto que la literatura en general abarca distintos temas relacionados con el saber y el desarrollo personal, es mucho más que eso. Está llena de historias y novelas que, al mostrarnos el mundo desde diferentes perspectivas, también nos ayudan a crecer como personas y a expandir nuestros horizontes. Esto también ocurre en la literatura infantil.
Así, la literatura infantil va mucho más allá de simplemente impartir lecciones. Al igual que los adultos, cuando un niño lee, sus pensamientos y su imaginación se expanden. Imagina, crea y reconoce mundos. La imaginación juega un papel tan crucial en este proceso que no podemos asumir que será igual para todos los niños al leer un libro. Lo que sí sabemos es que deben conocer el mundo tal como es para poder desarrollarse en él, y no vivir en una burbuja de fantasía. No es necesario reescribir los clásicos de Roald Dahl para eliminar adjetivos calificativos que puedan considerarse incorrectos o para eliminar características negativas de los personajes. Más bien, debemos enseñar a los niños a enfrentar y relacionarse con estos temas. Los niños son lectores activos, capaces de analizar lo que leen y entender lo que está mal.
Por lo tanto, la literatura infantil no debe ser “políticamente correcta” ni pretender que todo está bien. Como señala la escritora e ilustradora coreana Suzy Lee en su ensayo La trilogía del borde, editado por Barbara Fiore, un libro infantil debe ser simple, directo y reflejar la realidad tal como es. Los niños no están interesados en formalidades ni en leer entre líneas; están interesados en la historia.
Así, la misión de la literatura infantil, al igual que la de cualquier otro tipo de literatura, es abrir puertas y ventanas, acercando a los lectores a nuevos mundos. Leer significa dejarse llevar, disfrutar del paisaje, por árido que parezca, compartir el alma de los personajes y empatizar con ellos, con sus penas y alegrías, incluso si estamos leyendo ficción. Debemos ser capaces de escuchar, oler y vibrar con las palabras y las historias.
Leemos no solo para aprender, sino para ir más allá. Aunque una historia no tenga una moraleja explícita, siempre puede ser enriquecedora para quien la recibe.
Te invitamos a escoger un libro infantil de acuerdo con la edad y los intereses del niño, y, por supuesto, que sea de calidad, es decir, que genere emociones, tenga un relato central sólido y personajes con fuerza, que hagan reír o reflexionar a los niños. No hay mayor recompensa.
Mane Férnandez
Librera Librabooks
Foto PORTADA: Si no te gusta leer no es culpa tuya. Editorial Barbara Fiore.
