Para Mozart, la música fue más que una pasión. Desde muy pequeño se dio cuenta de que estaba destinado a ella: tenía un oído finísimo que le permitía transcribir canciones después de escucharlas tan solo una vez. Y lo mejor: tenía una imaginación desbordante que le hacía componer sin parar. Mozart aprovechó este don y, trabajándolo con esfuerzo y dedicación, se convirtió en un compositor sin igual, autor de más de 600 obras y admirado en todo el mundo y hasta nuestros días.