Hay muchas formas de leer este libro. Primero, como una picaresca sobre las desventuras de un chileno en Japón. Segundo, como un ensayo sobre la peor forma de la soledad, la que te condena a nunca escapar de tu lengua, la que te ata a ella como una cárcel atroz pero también como una patria imposible. Y tercero, como una colección de apuntes secretos sobre un país que apenas vemos de lejos, entre una bruma hecha de neones y jirones histéricos de mitología pop. Por mi lado, creo que es acá don86 páginas
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