Una sonrisa satisfecha rozaba los labios de Asdrúbal Tirinanzi mientras que, tirado vulgarmente en el sillón del notario, escuchaba la lectura del testamento de su tío abuelo Mengano, que había pasado a mejor vida la semana anterior por una fatal indigestión de pescado frito... Para heredar la inmensa fortuna de su difunto tío, Asdrúbal debe casarse con una bruja. Así lo dejó escrito en su testamento el anciano multimillonario. Pero, ¿quién puede creer hoy en día que las brujas existen? ...