En su libro sobre la historia del ensayo desde Montaigne hasta algunos ensayistas latinoamericanos del siglo XX Liliana Weinberg parte de la idea de buena fe como enfoque central de la escritura del autor francés y de los principios en los cuales se basa (juicio razón y experiencia). El aspecto más importante del ensayo es el mismo proceso del pensar es decir se convierte en el género autorreflexivo por excelencia. La autora destaca la coincidencia entre el descubrimiento del Nuevo Mundo y la fundación del nuevo género. En América Latina la proclama de la buena fe se enlaza en el ensayo con una doble angustia por las cuestiones de la legitimidad y la representatividad de la palabra. Por eso la exigencia implícita de la buena fe se convierte en una preocupación permanente de muchos ensayistas latinoamericanos. Weinberg trata la ensayística de varios autores para aclarar las lecturas de Montaigne y su idea de la buena fe desde una perspectiva latinoamericana y en cierto sentido poscolonial. En ese contexto de lecturas sobre lecturas el texto mismo de Weinberg se convierte en un ensayo en el mejor de los sentidos por su postura autorreflexiva y su profundidad en la interpretación de la historia y la epistemología del ensayo latinoamericano.