Ciencia y religión son dos empresas humanas que pretenden dar una explicación coherente, cada una en sus propios términos, del origen y estructura del universo y del lugar que en él ocupa el ser humano. Pero ¿está realmente la física separada de la metafísica? ¿Hay algo más allá de la física, es decir, metafísico, que influye en nuestra comprensión del mundo físico, especialmente en lo que se refiere a nuestro planeta y sus habitantes? Owen Gingerich, reputado astrónomo, muestra en tres episodios decisivos de la historia de la ciencia, representados por Nicolás Copérnico, Charles Darwin y Fred Hoyle, que el «magisterio» de la ciencia no es autosuficiente ni tampoco independiente, sino que se superpone con las actitudes culturales y la creencia o increencia religiosa. ¿Qué queremos decir, por tanto, cuando afirmamos que científicos como los aquí tratados tuvieron razón? Las tres conferencias que se recogen en este libro examinan desde una perspectiva histórica cómo los magisterios de la ciencia y la religión se han superpuesto en repetidas ocasiones durante los siglos pasados y por qué resulta improbable pensar que cesará esa superposición. Reconocer que hay diversos magisterios, con diferentes caminos de comprensión, puede ayudar a paliar el duradero conflicto entre religión y ciencia.