El Charly, Tolchinsky y Marco. Sabemos de sus actividades, de sus gustos, de sus defectos incluso, gracias al relato que el hijo de Andrea, una mujer de cuarenta y tantos años, despliega con una exquisita mezcla de distancia, ironía y ternura. Pero quien emerge como la gran protagonista de esta novela, la primera de Cristóbal Riego, no son los pololos sino esa madre de dos hijos que empiezan a dejar la infancia y a entrar en la adolescencia, esa madre que asiste a clases de biodanza, que va a pilates, que lee con dedicación cuanto libro de autoayuda cae en sus manos, que cree en la astrología y que, por sobre todo, aspira a encontrar a un hombre no digamos ideal o perfecto, solo aceptable. Y no es fácil. En la medianía de la vida, las fiestas, los asados, la universidad? todo parece haberse evaporado de un día para otro.