Nos hemos limitado a la porción comprendida entre 1912 y 1918, por varias razones que conviene recapitular. Durante esos años, vivió en Los Andes, ciudad en la cual funcionaba el liceo de niñas de que era profesora. Y allí, según consta en no pocos testimonios propios y ajenos, disfrutó de un ambiente muy grato. Por lo demás, es el hecho de que en este período se producen algunos sucesos trascendentales en la vida de la poetisa: primeramente, colabora con notable abundancia en la prensa chilena; en seguida, afronta la publicación en países distantes, como se prueba con la inclusión en esta serie de por lo menos dos de sus producciones en la revista Elegancias que se publicaba en París bajo la dirección literaria de Rubén Darío; en tercer término, también dentro de ese período cae la revelación en los Juegos Florales de 1914, con una vasta publicidad que la hizo conocida en forma resonante en todo Chile y también fuera de él. La recopilación que intentamos adquiere también otro valor para la investigación literaria que haya de emprenderse sobre los temas y el estilo de Gabriela Mistral, ya que autoriza a datar en forma muy aproximada
la composición de poesías que, recogidas en Desolación y en Ternura, por ejemplo, han pasado hasta hoy sin que se pueda pronunciar ninguna distancia específica de tiempo entre una y otra. Datados ahora los poemas y las prosas de aquellos libros, tal vez sea más fácil al crítico del futuro establecer entre qué polos corrió la inspiración.
RAÚL SILVA CASTRO