El hombre, en cuanto "animal político", se desarrolla y perfecciona en la "polis". Esto significa entre otras cosas que él alcanza su plenitud y/o su felicidad con los otros y no a pesar de los otros. En este contexto, no se debe desconocer o soslayar la trascendencia de un adecuado ordenamiento de la sociedad. En consecuencia, es de capital importancia reflexionar sobre sus fundamentos, sobre el rol del Estado, acerca de los principios de solidaridad y subsidiariedad, acerca del bien común y de la libertad, etcétera. Huelga recordarlo, la forma en que se ordena la sociedad no es indiferente a la posibilidad del hombre de desplegar todas sus potencialidades, posibilitando de este modo que -parafraseando a Píndaro- llegue a ser lo que debe ser.