Su personalidad era poderosa e impactante y fue lo primero que atrapó mi atención. Pero no resultaba fácil juzgar su personalidad y, tras una semana desde nuestro primer encuentro, renuncié a clasificarlo y me conformé con una definición incompleta y turbia que podría ser algo así como «un rufián viejo e imponente».
Conjugando con habilidad una superposición de narraciones, Conrad nos deleita con una original aventura que se desarrolla entre la humedad de los muelles y la espuma de los naufragios, y nos adentra, con deslumbrante intensidad, en los más oscuros recovecos del alma humana. Una magistral novela del autor de El corazón de las tinieblas, con el mar, el omnipresente mar, como telón de fondo. Una historia dentro de una historia, una memorable galería de personajes, y un desenlace tan vertiginoso como sorprendente. Por muy celebrado que haya sido en prosa y en verso, el mar nunca ha sido amigo del hombre. Como mucho ha sido testigo de su angustia.