Durante el día, la ciudad no deja de sonar: repiqueteos de máquinas, músicas, alarmas, bocinas, las voces de la gente, los maullidos de los gatos, los ladridos de los perros... Todos esos sonidos mezclados parecen un único y gran ruido. Pero hay seres muy sensibles que, con tanto alboroto, no pueden soñar. Una historia sencilla que invita a los más pequeños a reconocer los ruidos de la ciudad a través de las onomatopeyas. Ilustraciones lúdicas y entretenidas.