Jimi Hendrix, Ezra Pound, el Che Guevara, Los Saicos, James Joyce, César Vallejo, Enrique Lihn, Los York’s y Johnny Rotten se dan cita en este libro. En la estela de Rimbaud, contra la belleza y en “un inmenso y razonado desarreglo de todos los sentidos”, la poesía de Santiváñez es una lectura ineludible e impactante. Viaja de ida y vuelta del frenesí rockero –subterráneo, subalterno, chicha y agudo, donde melancolía, amor, sexo, drogas y anarquía se funden– a la experimentación postpunk, espacio ritual, catártico, esquizoide y lumpen que transmuta el lenguaje, lo bifurca y rompe, sin perder un ápice de violencia y erotismo. Split son estos dos extremos: El chico que se declaraba con la mirada (1988) y Symbol (1991), su “cuaderno músico”.