Por las calles de Valparaíso camina Enrique Giralt, chileno de origen catalán. Sube a los ascensores que comunican los barrios de la ciudad y que sirven, a la vez, de vasos comunicantes de sus recuerdos. Por el mismo paisaje, como en un mosaico o un laberinto de historias entretejidas, discurre la vida de otros personajes: Carlota Faber-Lenz, Isaac Lynch, Edna Valdés, Ramón Ortiz y, poco a poco, descubrimos vínculos silenciosos, conexiones imprevistas, misterios, amores y venganzas. El mosaico deviene en una telaraña. Tanto da que provengan de Haití o de Alemania, que sean chilenos o británicos: después de todo, la verdadera protagonista será la ciudad, que atrapa sus habitantes y que condensa –y quizás condena– sus sueños.