Naima y Marco, compañeros de trabajo separados por una cierta diferencia de edad, han desarrollado un vínculo entre la amistad y la atracción; un vínculo tan íntimo como extraño a los ojos de los demás que ni ellos mismos son capaces de definir. Cuando, en verano, Marco invita a Naima a pasar unos días en la casa familiar en Italia, las fisuras no tardan en abrirse y Naima se verá arrastrada por una serie de conflictos que recorren, bajo cuerda, una situación aparentemente idílica: la relación de Marco con su hija, los recovecos de una vida doméstica que le es ajena y que sin embargo siente y padece como suya. Las tensiones aflorarán y, con el paso de los días, Naima verá replicadas en los comportamientos de la familia de Marco su propia indecisión y sus ambigüedades. La ternura se sumerge de lleno en el infinito mar que esconden las relaciones humanas y explora, mediante una escritura precisa y delicada —que destila una madurez muy poco común en una primera novela—, los entresijos de todo aquello que nos hace tan diferentes y a la vez tan iguales.