En Un puñado de cerezas, crónica íntima y hasta ahora inédita, el narrador se pregunta: «¿Por qué mi memoria conserva almacenadas en el sótano un montón de imágenes sin clasificar donde el miedo y la muerte son protagonistas?». Francisco Mouat husmea bajo los cimientos y recupera retazos de lo vivido entre los años setenta y ochenta: «Estudiar Periodismo en dictadura y comenzar a ejercerlo cuando Pinochet aún se mantenía firme en el poder fue una buena escuela. Me mostró desde el comienzo la precariedad del oficio». Además de acompañarlo en su paso por la revista Apsi y El Mercurio, accedemos a sus días escolares, apodos y primeros amores, tardes en el jardín de la abuela, el golpe visto por la tele, prejuicios que se transforman en chistes familiares, su experiencia formativa en la universidad. Son ochenta y ocho secciones de un texto trepidante y emotivo, que se posiciona en los puntos de intersección entre lo personal y lo público, entre el horror y la inocencia, entre una y otra oscuridad.