Un libro de poemas o, en este caso, una bien totalizadora y vislumbradora antología poética, de quien ha enriquecido gran parte del patrimonio literario durante toda la segunda mitad del siglo xx chileno, viene a contribuir precisamente a mantener y dar relevancia a ese patrimonio y, por sobre todo, a reconocer la intensa y bienaventurada labor creativa de un Alfonso Calderón, Premio Nacional de Literatura 1998, en su siempre esencialísima tarea del erudito escritor-poeta-ensayista que siempre fue.
Casi la totalidad de la obra poética de Calderón (“treinta años habitan en mi lengua”), ordenada en su rigor de libro a libro y cronológicamente seleccionada, conforman este bien estructurado volumen antológico. Libro de poesía reunida, después de todo, pero que viene a constituir un libro nuevo, único y unitario en un proceso creativo y representativo de la obra originaria de su autor, y, en especial, un autor -“debo escribir sin hacer ruido”- que nunca tuvo atarantamiento ni afanes exitistas en su muy riguroso y silencioso desvivir, a no ser en sus contingencias y circunstancias cotidianas, dadas precisamente por ese desvivir. Jaime Quezada, poeta.