“Una mesa de disección. Pero no de azarosas conexiones, repentinas y deslumbrantes, sino una que con precisa crudeza dispone y expone sus objetos para la auscultación, el corte, el trazo de vasos comunicantes o la biopsia. Para el examen, en cada cuerpo ?verbal?, de lo que pulsa y late, lo que avanza y resiste, o lo que se atrofia. Se suceden, así, en secuencias o con cortes abruptos, con tajante impudor o juegos de veladuras, versos y estrofas cuyas varias capas citan, nombran, recorren, alumbran o saturan de luz ciertas zonas de la infancia, dispositivos reguladores de muchas de nuestras prácticas y expectativas, afectos y temblores, o el temido universo referencial de una parca lengua médica. Embargos nos lleva, así, absortos, embargados, frente a un tramado de fragmentos de voces que resuenan, de leves grietas que anuncian el derrumbe, de encendida carne viva y de puntas afiladas en una tensa dinámica de renuncias y de luchas. Con delicada violencia, con ironía y con un lenguaje herizado ?como escribiría Vallejo? que se desplaza con agudeza entre la contención y el deseo de gritar, la poesía de Biviana Hernández se estrella a los ojos como una piedra negra, paradójicamente luminosa e inasible. O como una incomodidad que se deposita en nuestras manos, ojos, cuerpo a ver qué nos hacemos con ella. Porque Embargos inevitablemente nos envuelve entre los ritmos y frecuencias ?diversos? de su voz y las visiones y temblores que convoca y que provoca. Luis Fernando Chueca.”