«Un peso en la mente / se abre / lanza un brochazo blanco sobre las cosas», leemos al inicio de En tierra seca de Rocío Godoy, y desde ahí en adelante se hace espacio la escritura a pinceladas: escenas ínfimas, sueños, chispazos, recuerdos, pequeños cuadros articulados por una voz que recolecta ramas para construir un nido en el bosque tupido que es la memoria familiar y la infancia. El poema se despliega tenso, complejo en su sintaxis, encabalgado y oscuro habla del daño, del encantamiento de lo dicho; cuerpo textual incómodo que observa las grietas de una familia, la fragilidad de los vínculos y el encuentro con la escritura como posible hogar. El ojo se queda adosado a los detalles de la experiencia, que vitaliza mediante la letra, aferrado incluso a la potencia de la falta, que acaba siendo una luz en medio del poema: «Está naciendo el poder / de las cosas que no tengo».