La invasión rusa de Ucrania generó una catarata urgente de novedades editoriales. Este libro no pertenece a esa categoría. No es un reportaje sobre la guerra, no es un encargo editorial acelerado. Su autor, Borja Lasheras, empezó a escribirlo en 2016, después de varios años viajando por el país. Hoy puede leerse como retrato del país que fue antes del 24 de febrero de 2022, germen del país que podría ser en el futuro: el que surgió después de la revolución del Maidán y que, a pesar de la guerra en el Donbás, la crisis económica y la corrupción endémica, soñaba con un futuro más «normal». Por sus páginas aparecen activistas, políticos, cineastas, músicos y novelistas que relatan sus aspiraciones, miedos y frustraciones. Son las caras visibles de una generación cuyo entusiasmo lleva siempre cosida la amenaza del desencanto. Su reverso son los ancianos alcoholizados, los nostálgicos de la época soviética, los supervivientes de una región fronteriza azotada por todos los terremotos geopolíticos del último siglo y medio. Entre la melancolía y el asombro, Estación Ucrania posee las mejores cualidades de la mejor literatura de viajes y del ensayo político.