Animado por un aliento vitalísimo, este libro transita por la gracia y desgracia de la condición humana. De entre todas ellas, tal vez sea la gracia de la palabra la que adquiera aquí especial importancia. La musa nos sugiere que el poema es fruto de un don y un oficio. Todo consiste en no concebir el uno sin el otro como si se trataran de dimensiones excluyentes. Ni solo técnica ni sola inspiración. Ni clasismo ni romanticismo. Ambos al unísono. El poema es lo que se recibe y lo que se hace, la piedra que se coge y la piedra que se labra.