Miguel Ángel Asturias (1899-1974) conoció en París al antropólogo Georges Raynaud, quien estaba trabajando en la transcripción de un códice maya, el Popol-Vuh, libro fundamental de esa civilización, donde se narra la creación del mundo y del hombre. Asturias -que percibió el enlace entre esas narraciones y las referidas por los campesinos guatemaltecos de su patria-y J. M. González de Mendoza colaboraron entonces magistralmente en la traducción de este verdadero monumento de la literatura americana.