La profesión de abogado se juega en el buen juicio, el buen consejo y la buena decisión ante cada desafío concreto. Sin embargo, el desarrollo de esta habilidad no está en los planes de estudio, rara vez se evalúa y ni siquiera es tema cuando se discuten los desafíos docentes. No es olvido ni descuido, sino renuncia. Renuncia a la cultura de las humanidades que es la cultura fundacional de la práctica del derecho. Lo que no enseñamos explora tres capacidades constitutivas del buen consejo o juicio: pensar desde la acción, ver lo que importa y hacer ver lo que importa. Examina, además, los cambios pedagógicos que exige su enseñanza y muestra cómo estas capacidades han estado en el centro de la cultura de las humanidades desde su nacimiento en la Grecia helénica hasta su consolidación en la Italia del Renacimiento. A través de un permanente vaivén entre reflexión cultural, pedagogía y práctica laboral, el autor nos hace ver el rol clave de las humanidades no solo en el ejercicio del derecho, sino en los diversos desafíos de la vida personal, profesional y política.