Manuela Espinal Solano tenía cuatro años cuando escribió su primera canción. En su casa la música crecía como las plantas: Espinal veía a sus abuelos cantar, a su mamá cantar, a su tía cantar e iba grabando melodías que se le ocurrían de repente. Quería ser cantante, sospecharon todos. Pero la misión de los hijos es defraudar a los padres, y a los dieciocho años la autora publicó su primera novela, Quisiera que oyeran la canción que escucho cuando escribo esto, que tiene mucho de autobiográfico pero es ficción y que trata, sobre todo, del rechazo a un don. Utilizando un lenguaje sencillo y descripciones precisas, Espinal arma un rompecabezas complejo a partir de unas pocas piezas, suficientes para que quien lea entienda la magnitud de lo que ocurre. Un texto contundente sobre cómo un arte (la literatura) sirve para liberarse de las cadenas de otro (la música).