Convertida en leyenda, tanto por su vida como por su obra, Tina Modotti tuvo una existencia llena de pasión y de furia, que encontró en la fotografía el medio ideal para expresar su disconformidad y compromiso con el tiempo que le tocó vivir. Tras dejar su natal Italia y después de un efímero paso por California, donde trabaja temporalmente en Hollywood, su relación con Edward Weston la traslada a México. Ahí se encuentra con un país entusiasta con las vanguardias europeas y los ideales revolucionarios, y se une al grupo de intelectuales y artistas —Diego Rivera, Manuel Álvarez Bravo, Jean Charlot, entre otros— que, indomables como ella, luchan por conquistar su libertad artística y personal. Luego de la muerte de su amante cubano, Julio Antonio Mella, en la que se ve involucrada, su fervor por la causa comunista la lleva a participar en la guerra civil española, hasta que como asilada regresa al México que había albergado sus más profundos anhelos y las más nobles utopías.