En este libro hay canciones, haikus, poemas festivos que hablan de la casa, de habitarla, del paso de las estaciones, de la llegada de los amigos. Tal como dice Mar Benegas, su autora: «¿No será cada poema una casa? ¿Cada palabra un nido? ¿No será una cabaña en el árbol? Los ojos que abre la infancia son dos ventanas. Por eso, ser la voz del poema es habitar la casa de la infancia. La casa de la infancia siempre debe estar habitada. Palabras que sanen y versos que canten».