El 24 de julio de 1931 el dirigible Graf Zeppelin emprendía un vuelo de once mil kilómetros que lo llevaría hasta el círculo polar ártico. Los objetivos del viaje eran poner a prueba la capacidad de vuelo del dirigible en condiciones extremas y realizar una serie de observaciones meteorológicas y mediciones cartográficas en un terreno poco explorado. A bordo del zepelín viajaba el joven periodista húngaro Arthur Koestler. Su misión era informar al gran público de la expedición y —en esos comienzos del periodismo de masas— convertir el periplo en un acontecimiento mediático.
A partir de las crónicas y de los informes que telegrafiaba a Berlín, y recurriendo también a su diario de a bordo, Koestler compuso poco después el extenso reportaje que presentamos aquí: El Ártico desde la ventana de un zepelín. Junto a las vicisitudes propias del viaje, este refundido texto final nos ofrece espectaculares descripciones de la tundra y de la taiga, incisivos retratos de caracteres, valiosos apuntes científicos en torno al dirigible convertido en laboratorio, así como digresiones históricas y comentarios de actualidad sobre las zonas recorridas. Y todo ello barnizado con un fino humor y salpicado de zarpazos de crítica social.