Desde “A Christmas Carol” de 1908, dirigida por J. Searle Dawley y basada en el célebre cuento de Charles Dickens publicado en 1843, el cine ha encontrado inspiración en la literatura, adaptando la narrativa de miles de libros y llevándola a la gran pantalla con una visión propia encapsulando en unas pocas horas una historia que se desarrolló en cientos o miles de páginas. Cómo dijo Alfred Hitchcock, esta tarea suele implicar inevitablemente una transformación.
"Para hacer una buena película a partir de un libro mediocre, quítale las partes malas y tendrás una película buena. Pero si tomas un buen libro, lo mejor que puedes hacer es simplemente usarlo como inspiración." (“El cine según Hitchcock”)
Hitchcock creía en reinventar la historia siendo fiel al espíritu original, aunque no siguiera al pie de la letra el material original.
Si adaptar una novela es complejo, llevar un cuento al cine puede ser aún más desafiante, ya que los realizadores deben ampliar y profundizar unas cuantas páginas a una narrativa de mayor duración. Un ejemplo de esto es “Drive My Car” de Ryusuke Hamaguchi, una de las adaptaciones más aclamadas de los últimos años, basada en el cuento homónimo de Haruki Murakami.
La historia, escrita por el mismo Hamaguchi y Takamasa Oe, se basa en un cuento breve incluido en la colección “Hombres sin mujeres”. La trama sigue a Yusuke Kafuku, un actor de teatro viudo que contrata a una conductora joven, Misaki Watari, para llevarlo diariamente al teatro, desarrollando juntos una relación que explora el duelo, la soledad y el poder de redención en las relaciones humanas.
Lo magistral de Drive My Car (película) es como expande el cuento, respetando su esencia mientras profundiza en los personajes y el mundo que habitan. Hamaguchi ha explicado:
Entonces, ¿qué es lo más importante al adaptar una obra? Quizás, como decía Hitchcock, es solo respetar el espíritu de la obra original más que en la fidelidad literal. Drive My Car logra captar el tono de Murakami, enriqueciendo la historia original.
Los invitamos a revisar sus cuentos favoritos y comprar su adaptación cinematográfica. Ese ejercicio es tan interesante como satisfactorio.