Por eso han convocado una reunión de emergencia con la que el Consejo de invocadores pretende detener una nueva magia, un poder ancestral que podría liberar a las diosas y acabar con Ystaria.
Kaia venció a Olympia, pero el mundo de los invocadores ya no es el mismo. Cobijada por la Diosa Muerte, Kaia intenta controlar un poder al que nadie ha sobrevivido y que la consume mientras el Consejo intenta arrestarla. Ahora Kaia no solo debe comprender la magia arcana, sino también encontrar respuestas sobre su pasado y el de todas las personas que han visto los hilos de la vida.
Mientras tanto, a Medea la envían a una misteriosa isla. Ari se esfuerza por sobrellevar la desaparición de su hermano y la tristeza de estar sin sus amigas. Julián actúa como el nuevo presidente del Consejo y deberá asumir la responsabilidad de una ciudad fraccionada y debilitada. No solo quiere liderar tal y como Kristo lo hacía, sino que tiene que luchar con la sombra de sus sentimientos y la aparición de los príncipes de Khatos y su reclamo por recuperar la ciudad que han perdido.