Estamos ante un texto que es mucho más que una mera disquisición filológica, es un estudio de los fundamentos de toda estética. En sus incursiones en un arte desconocido, Fenollosa dio con muchos motivos y principios ignorados en Occidente, modulaciones del pensamiento que habrían de abonar la «nueva» pintura y poesía occidental. Fue un precursor sin saberlo y sin ser reconocido como tal. Descubrió unos principios en la escritura que apenas tuvo tiempo de desarrollar. En Japón restituyó, o contribuyó a la restitución, de la dignidad del arte autóctono. En América y Europa no podemos verlo como un simple cazador de exotismos. Su mente constantemente trazaba paralelos y comparaciones entre el arte Oriental y el Occidental.