Stanislaus Joyce (1884-1955), casi tres años menor que su hermano, siguió el mandato intelectual de James en muchos aspectos, pero a menudo fue más lejos, al punto que James cierta vez le sugirió que moderara un tanto su rebeldía contra la Iglesia, en interés de la armonía familiar.Mi hermano James Joyce se basa en los minuciosos recuerdos de Stanislaus, apoyados en un diario que llevó fielmente durante toda su vida y donde anotaba las conversaciones entre ambos, las agudas observaciones de James y acontecimientos de la trágica vida familiar.Stanislaus mantuvo el humor y las finanzas de su hermano y le daba ánimo cuando los editores rechazaban sus originales.Su exilio de Irlanda fue mucho más severo que el de su hermano. Durante cuarenta y nueve años no volvió a entrar en un país de habla inglesa.Al comienzo, en Trieste, la Universidad lo ignoró, pero después de un tiempo se convirtió en un profesor reconocido y popular. Su oposición al régimen de Mussolini le valió la destitución y la expulsión, en 1936. Tiempo después, gracias a la intervención de un amigo en Roma, recuperó su posición en Trieste.Los hermanos se encontraron solamente tres veces después de 1920. Estos últimos encuentros fueron dolorosos para el autor de este libro. Sin embargo continuaron escribiéndose y es comprensible que las últimas palabras que James escribió, cinco días antes de su muerte, acaecida en Zurich en 1941, hayan sido para Stanislaus. La noticia de la muerte de James lo afecto físicamente y su salud comenzó a deteriorarse hasta que murió en Trieste, a los setenta años, dejando este libro inconcluso.Hay algo de la casi monumental integridad de Catón en la vida de Stanislaus Joyce. Incapaz de aceptar sino lo honesto, se oponía tanto a las autoridades imperiales como a los fascistas. En su posición liberal y anticlerical era un demócrata de la escuela de 1848. Luchó también por una mayor libertad individual, intentando tener una personalidad distinta de la de su hermano.