El paradero es una obra única y mítica, singular en su tono y construcción, que supo abrir el camino de una narrativa experimental. Fue escrita hacia finales de la década de los setenta, circuló de forma clandestina, de mano en mano, y publicada por primera vez en 1989. Nos ubica en la noche de la dictadura, previa al toque de queda, a la espera de esa micro que no puede tardar en llegar. Aparecen las relaciones entre los que aguardan, surgen conversaciones en sordina, más por temor que por una necesidad. Con un lenguaje llano, pero no carente de misterios, esta es una novela de “espera y vigilancia” como señala Diamela Eltit. Es también la imagen de una época que es imposible olvidar.
“Mi novela El paradero, es entonces la compulsión del silencio objetivado en la carencia de acontecimientos, de sensualidad, de vida. Es de algún modo, para nosotros, hoy, un documento que pretende en última instancia, la recuperación física de un lugar de Santiago de Chile que es el soporte real de la obra y el intento es que ese lugar (Alameda entre Morandé y Teatinos) sea leído concretamente junto con la ficción que la novela de por sí constituye y que como ficción es siempre un pre-texto”.